martes, 16 de octubre de 2012

10KM DE LEÓN

Si bien es cierto que tras la maratón me encuentro en mi periodo de descanso, también lo es, que pese a no ser la mejor medicina para recuperar no podía perderme los 10km de la ciudad de León.
A medida que han ido pasando los días me he ido encontrando mejor, desapareciendo dolores y poco a poco recupero las ganas de volver a correr aunque sin un objetivo concreto, marcado por el momento que atraviesa este deporte y que hace que muchos de nosotros estemos sin equipo o pensando en cuál es la mejor opción que podemos tomar para esta temporada. Por delante de lo económico esta lo sentimental y prefiero correr para disfrutar que para sufrir.
Volviendo al tema que nos concierne, la carrera no me sorprendió demasiado en lo personal. Sabía que sería complicado el poder disputar el triunfo tanto por el nivel de los participantes como por mi estado de forma. Sin embargo, cuando me pongo en una línea de salida y me calzo las zapatillas, mi cabeza y mi cuerpo no saben correr a medias.
Así que sin poder ser de otra manera y tras el pistoletazo de salida a correr con un solo objetivo, salir a dar el máximo.
Los primeros metros transcurren tranquilos, hasta que Alaiz decidió tensar la cuerda y marcar un ritmo fuerte y continuado hasta la meta que le hicieron llegar en solitario con solvencia.

En lo que a mi respecta, mi cabeza quería correr más que mis piernas y salí a su estela, la cual solo pude seguir hasta el kilómetro 2. Tras estos 2 primeros kilómetros a poco más de 3min mis piernas se resentían y parecían hincharse, lo que me hizo sufrir de aquí en adelante.

Me costó recomponerme del esfuerzo y en muchos momentos pensé que no sería capaz de mantener el ritmo y que mis perseguidores darían buena cuenta de mi.
Realmente lo pasé mal y no conseguí disfrutar de la carrera hasta el último kilómetro en el que viendo la distancia con Alex tercer clasificado, decidí que era el momento de dejarse ir y disfrutar de una llegada a meta  en pleno centro de León.

 Sin duda, lo más bonito de la prueba, con gente a ambos lados de la calle gritando y aplaudiendo para llevarte en una nube hasta la meta situada bajo la majestuosa catedral de León.

Por detrás grandes atletas como Alex Martínez que pese a las molestias consiguió llegar tercero, eso si presionado en todo momento por Jorge Manuel Pérez que demostró estar muy fuerte pese a dedicarse en estos momentos al duatlón y triatlón.



















Tras ellos Eduardo Valcarce que pese al momento de la temporada en el que nos encontramos es un asiduo en estas pruebas donde ha rozado en varias ocasiones la barrera de los 30min.
En 6º lugar Itamar del que nadie discute su calidad y que poco a poco va demostrando que esta puede ser la temporada de su eclosión. Aún así sorprendente su carrera, ya que es una distancia larga para el, y que no refleja su estado de forma.
Tras él el único corredor foráneo que se coló entre los 10 primeros Enedino García. Cerrarían el top 10 Jorge Blanco, que me recuerda en muchos aspectos a Roberto Alaiz y que parece haber despegado tras su participación con la selección española en el mundial de Barcelona. Gran carrera también para el por su juventud e inexperiencia en estas pruebas y al que le falto muy poco para ser superado por Guillermo Garcia en esa apuesta pendiente que tenían entre ambos.

Ahora para mi aún queda una semana de descanso, asi que habrá que aprovecharla para volver con más fuerza y en  busca de nuevos retos.
Un saludo y felicidades a todos aquellos que el domingo consiguieron sus objetivos.

viernes, 5 de octubre de 2012

CRÓNICA DE UN SUEÑO LLAMADO MARATÓN

Han pasado ya unos días desde que el pasado domingo corriera en Berlín, tiempo necesario para recuperarme tanto física como mentalmente y poder invertir un rato en contar como fue mi primera aventura maratoniana.
Lo primero era llegar a Berlín y para ello decidí viajar a Madrid el viernes por la tarde, con objeto de descansar allí y no tener que madrugar al día siguiente para coger el avión. A las 8 suena el despertador, había que desayunar y llegar al aeropuerto para coger el avión antes de las 10:00. Hasta aquí todo perfecto, pero como suele pasar la hora de embarque se retrasa y no suficiente con ello cuando ya estamos montados en el avión a punto de despegar le comunican al piloto que hay mucho tráfico y hay que esperar. Que infierno, una hora más sentado en un asiento en el que pareces encoger por momentos. Finalmente y tras aterrizar en Berlín hay que buscar el hotel, así que un tren y camino de la ciudad. Menos mal que Alicia hacia de guía y ya conocía todo aquello.
Reconozco que en estos momentos estaba agobiado, aún tenía que coger el dorsal, saber lo que tenía que hacer con los avituallamientos, salir a rodar 20min, cenar y por supuesto descansar (como para no estar agobiado).
Recogido el dorsal y entregados los avituallamientos, volvemos al hotel y sin pensarlo me cambio para salir a rodar 20min. Para mí es un momento importante, porque asocio mucho las sensaciones que tengo con el día de la carrera. Para sorpresa mía, las sensaciones son inmejorables, yo diría que mejores que nunca así que llego al hotel pletórico, con las pilas cargadas y pensando ya en el día siguiente.



El transcurso de la noche no me sorprende mucho, apenas consigo conciliar el sueño y solo repaso una y otra vez el guión que quiero seguir al día siguiente.
Por fin, a las 5 de la mañana suena el despertador, hay que desayunar y dar un paseo para que el cuerpo a las 9 de la mañana este activado.
A las 8 rumbo a la salida, solo queda calentar y salir a cumplir un sueño.


A las 9 de la mañana, con puntualidad Suiza, se da la salida. Rodeado de los mejores atletas y otras 40.000 personas es difícil controlar los impulsos, así que la salida es fulgurante. Rápidamente me doy cuenta de que mi ritmo es otro y que es demasiado pronto para hipotecar la carrera. 

Transcurridos 2km la carrera comienza a poner las cosas en su sitio y viendo el tiempo me doy cuenta de que los atletas que marchan a mi lado serán la compañía de carrera perfecta. No pueden ir las cosas mejor, uno de los integrantes del grupo lleva una liebre que pasa los kilómetros entre 3´16 y 3´20 con paso uniforme y sin tirones.


 Yo colocado detrás veo pasar los kilómetros, incluso me da tiempo a ver los monumentos que nos encontramos al paso de la carrera.
Las sensaciones son buenas, las piernas funcionan como deberían pero a partir del kilómetro 18 mi estómago no está del todo bien y solo pienso en que sea algo pasajero. No más lejos de la realidad, a medida que pasan los kilómetros la cosa va a peor y entonces sé que así no llegaré a meta. 
No hay tiempo para pensar y se que tengo que parar, el problemas es ¿donde?, un circuito abarrotado y en medio de la ciudad limitan mucho las cosas, así que sufro hasta el km 24 donde por fin encuentro un sitio donde parar. Los matices sobre este tema mejor las obviaremos jajaja.
De vuelta al circuito mi cabeza solo es capaz de pensar que el objetivo se escapa y que aún quedan 18km por delante. Sin embargo, el fracaso no va conmigo y no había llegado hasta Berlín para retirarme, así que mirando adelante veo que el grupo de las primeras chicas cuyo objetivo era bajar de 2´20 marchaba a no muchos metros por delante. En ese momento cambié el chip y me fui con fuerza a por el grupo. Transcurridos 2km ya me encuentro en el grupo, llevo fuerza y pienso en marcharme en solitario, pero 16km solo podrían ser un suicidio y más viendo que el ritmo del grupo era bueno 3´18 por km y que bajar de 2´20 iba a ser harto complicado.
Pasan los kilómetros y en el 37 noto que las piernas ya no sienten, corren como si fuera por inercia, y que no responden a las órdenes de mi cabeza. Solo quedan 5km y viendo el reloj del coche solo hago que hacer cuentas tratando de calcular el ritmo final. Se que no estoy muy lejos de mi objetivo a pesar de los contratiempos, pero los excesos no me han dejado mucha fuerza para alardes.
Kilómetro 41, no queda nada y hay que morir matando, así que cierro los ojos, y impulsado por el griterío de la gente que abarrotaba las calles (impresionante a lo largo de los 42km) me vacío en busca de un sueño que ya no estaba tan lejos.

Un último mil espectacular hasta la puerta de Brandenburgo desde la que se atisba la meta y donde el reloj me hace ver que mi sueño se me escapa entre los dedos. Finalmente 13 seg me separan de mi objetivo, siento rabia y se me escapa algún que otro juramento; eso si, sin mucho fervor, después de 42km las fuerzas son las justas para mantenerse en pie.
Ya en frío, y después de una ducha en el hotel, las cosas se ven de otra manera. Soy consciente de que la marca a pesar de todo es buena 2:20:13 y que el 2:18 ese día era posible. Me doy cuenta de que el trabajo, hasta ese día una incertidumbre, había funcionado y lo mejor de todo es que era mi propio plan de entrenamiento. Me dio pena porque el atletismo es un deporte en el que 2+2 no suman 4 y que es mas común que las cosas no salgan como deben, que las veces que si. 
Una vez más, orgulloso de mi mismo por tener esa capacidad de sufrimiento y seguir adelante cuando las cosas más cuesta arriba se ponen y cuando lo fácil habría sido retirarse.
Ahora toca un merecido descanso, buscando nuevos retos y por supuesto buscando una nueva fecha para la próxima maratón